Descripción
Árbol que habitualmente alcanza 7 a 10 m, pero que puede llegar hasta 20. Tiene el porte natural muy variable: cónico, piramidal, globoso, a veces modificado por la acción del hombre o de animales herbívoros. Corteza del tronco rojiza, con tiras verticales que se desprenden. Ramillas terminales verdes. Hojas orientadas de forma dística, con la base decurrente a lo largo de la ramilla, de 1,5 a 3 cm de longitud; el limbo es linear, aplanado, agudo pero no punzante, y de consistencia entre herbácea y subcoriácea, de color verde oscuro por el haz y algo más claro por el envés, sin las líneas blancas características de abetos y secuoyas. Los conos floríferos masculinos, globosos y amarillentos, aparecen a comienzos de otoño y acaban su maduración a la primavera siguiente. Igualmente los pies femeninos forman en otoño una pequeña yema verdosa e inconspicua, que madurará a la primavera siguiente. Los arilocarpos tienen de 7 a 12 mm de longitud, con una cubierta carnosa roja que envuelve casi totalmente a la semilla.
Distribución
Se distribuye por toda Europa, preferentemente en las regiones de clima húmedo; también por el O de Asia y las montañas norteafricanas del Rif y el Atlas. Solo falta en el ambiente mediterráneo más seco y en las regiones boreales. Inició su expansión a fines de la era Terciaria, pero quizá su máxima abundancia correspondió a los periodos interglaciales cuaternarios, de los que la actual distribución es nada más que un resto.
Aunque solo está ausente de nuestras provincias más áridas, concretamente las del cuadrante sudoriental, es más frecuente en la mitad septentrional. En Portugal, se restringe al tercio N. Se encuentra también en la mallorquina Sierra de Tramuntana. A pesar de su distribución relativamente amplia, esta especie no forma bosques de extensión, si no a lo más, pequeños grupos o rodales. Más frecuentemente aparece como acompañante de otros árboles: abetos, hayas, robles, pinos, rebollos, etc.
Requiere bastante humedad en el suelo y soporta bien las bajas temperaturas, lo que hace de él un perfecto habitante de nuestras montañas, desde los 500 m hasta sobrepasar incluso los 2000 en altitud, sin importarle el tipo de suelo en que se desarrolle. Cuando la sequía veraniega se va acentuando, en la mitad S de la Península, sólo puede vivir en barrancos, laderas de umbría, pies de cantiles o zonas protegidas.
Observaciones
El hombre ha aprovechado la madera de tejo desde la antigüedad. Es muy buena, pesada, rojiza y de grano fino, muy resistente, duradera y flexible, de modo que con ella se fabrican instrumentos musicales, piezas de ebanistería, esculturas, herramientas para el trabajo duro e incluso lanzas y magníficos arcos (aunque hoy en día los arcos deportivos ya no son de madera). Se ha encontrado en Sussex, Inglaterra, una jabalina de madera de tejo datada, según diferentes autores, entre 230.000 y 400.000 años de antigüedad y, en Alemania, una lanza de 2,40 m, junto a un elefante muerto, de entre 70.000 y 120.000 años.
Resulta curioso saber que las hojas del tejo poseen diversas sustancias químicas, entre las que la más importante es la taxina, que resultan venenosas para ciertos animales, como por ejemplo, los caballos y las ovejas, y bastante inofensivas, al menos en determinadas épocas, para vacas, cabras y rumiantes silvestres (cabras monteses, corzos y ciervos fundamentalmente). El hombre se cuenta de pleno en el primer grupo; de hecho, con el jugo de las hojas se envenenaban flechas en la antigüedad y se consideraba peligroso incluso dormir o sentarse debajo de un tejo. La ingestión directa de las hojas o sus infusiones, aunque antaño se han utilizado esporádicamente en medicina popular, debe ser absolutamente evitada. Los efectos son al parecer similares a los producidos por la digitalina y otros alcaloides, con alteraciones del sistema nervioso, convulsiones y depresión del sistema cardiorespiratorio que conducen a la muerte si no se lleva a cabo un inmediato lavado de estómago y de intestino. Solamente el rojo arilo es inofensivo y puede ser consumido si no se mastica o traga la propia semilla.
Imágenes
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Taxus baccata

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